viernes, 14 de diciembre de 2018

VINLANDIA. El Guerrero Fantasma.


Y allí estaba él.
La descomunal sombra salió de la espesura y tomó forma delatado por la luna.
Los robustos robles parecían endebles a su lado, y el viento que huía entre sus ramas sonaba como el llanto del bosque asustado por su presencia. El Guerrero fantasma había llegado a Leifsbudir.

A. Ayerbe


Empezaré esta publicación de manera inusual, con un apunte personal acerca del "Descubrimiento de América" (enfatizo con este paréntesis el entrecomillado). 
¿Qué opinaría la gente que habitaba ya en aquellas tierras de aquellos tipos llegados desde miles de olas de distancia y que con alegre soberbia se auto-proclamaban descubridores de sus tierras?
Hacía ya miles de años que los antepasados de aquella gente "descubierta" habitaban, cultivaban y sufrían esas tierras, hasta que desde un lugar llamado Europa llegaron diciéndose a si mismos descubridores. ¿Descubridores de qué? Ni siquiera los Vikingos descubrieron nada en sus primeros asentamientos, y aunque sus intenciones serían con toda seguridad las mismas que las que posteriormente trajeron aquellos que llegaron en nombre de los Reyes Católicos, al menos los nórdicos no hicieron uso de desproporcionadas propagandas.
¿Acaso se habla de quién descubrió Europa? La humanidad ha ido ocupando su espacio, más que del que le corresponde diría yo, desde que sentíamos por igual la tierra en las palmas de nuestras manos como en las plantas de los pies al andar. Nadie descubrió nada, siempre estuvimos ahí.


Y tras mi vómito, mi propósito, que no es otro que presentaros mi trabajo para la novela "Vinlandia-El Guerrero Fantasma", de mi estimado Pedro Estrada y publicado por la joven y valiente editorial Naufragio de Letras.
Con este libro me reencuentro con el middle-grade, género con el que más cómodo me siento, y con el que he disfrutado como un enano; como un enano que disfruta, claro. 
Ponerle cara a los maravillosos protagonistas de esta gran aventura me ha sido premiado entre otras cosa con constantes deja vus, que me han hecho rebobinar unos pocos (muchos pocos) años, reviviendo así aquella maravillosa época de mi vida en la que Los Goonies y el bueno de Sloth, Scooby doo con su inseparable Shaggy o incluso Asterix y Obelix aportaban su granito de arena en mi joven felicidad. Todos ellos están de alguna forma presentes en las páginas de este libro y su influencia se hace indiscutiblemente patente en cada una de ellas y en consecuencia queda también reflejada en cada una de mis ilustraciones.
Aunque autoconclusivo, el libro deja abierto en un magnífico e intrigante final el posible y por mi parte deseadísimo comienzo de un segundo volumen.

Y como ya he dejado claro que dibujo mejor que escribo, os dejo una muestra de los miles y miles de píxeles de colores que he mezclado para ilustrar Vinlandia.











Mi sincero agradecimiento a Pedro Estrada por empeñarse
desde el principio en que yo me hiciera cargo de ilustrar su libro,
por su paciencia, por su buen criterio, y sobre todo por ser un gran tipo.
Es un honor para mi trabajar con él, y espero volver a hacerlo
si la demencia y los inmensos bosques no lo engullen ántes. ;-)



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